11 de junio de 2011

SOBRE PRESENTACION DE LIBRO...

“UN TRANVIA LLAMADO RECUERDOS”

Sí, se que el nombre de este escrito se parece mucho al libro de Tennesse Williams “El tranvía llamado deseo”, pero es como yo bautizaría esa tarde de palabras sobre Xochimilco, que me permitieron viajar con un solo boleto, al pasado que intenta ser presente.

He de admitir que al principio lo que más me inquietaba, era escuchar a los músicos que viajarían con nosotros en las narraciones que nos convocaban. Sin embargo, cuando menos lo espero, me descubro absorto escuchando las lecturas que apasionadamente realizan los participantes en la presentación del libro. Bueno, decía que me encuentro absorto, separado diría, de los amigos con los que comparto la mesa. El ambiente me lleva a pensar que el tejido de los sentimientos y los sucesos cotidianos que cada uno de los autores hilvana, me hace evocar ese Xochimilco que, no sé  claramente si aun exista, pues solo a través de lo cotidiano y lo relativo, podemos entrever lo perdurable.

Al oírlos, no puedo dejar de pensar en Francisco Goitia, o en esa vieja película llamada Candelaria (si mal no recuerdo), que contiene esa parte de Xochimilco, que en ocasiones parece escurrirse por nuestra memoria. Ignoro si mis compañeros de mesa tengan recuerdo de lo que se lee esa tarde fresca, por eso los veo inquisitoriamente de reojo, intentando adivinar en algún gesto, algo que me indique…no sé, pero algo habrían de indicarme.

Los músicos que llenaron de sonoridad el lugar, hablaban de canciones sobre Xochimilco, tal vez por eso comencé a cantar: Adornadita de flores… pero la mirada sorpresiva de mis jóvenes amigos, me hizo callar esbozando una sonrisa.

La tarde y las palabras avanzan, de nuevo me encuentro viajando en esos tranvías de los que habla una de las autoras, y recuerdo que hace algunos meses, se expuso uno de esos artefactos en la explanada del foro. Al tranvía lo acompañaba un pequeño texto que decía algo como: ¿A ti que te recuerda? Fueron varios los cigarrillos que de vez en vez iba a fumar frente a esa máquina inmóvil, enmudecida ¿enmudecida? ¡Pero qué digo! Creo que fueron muchas las voces que desde su interior, se hicieron presentes en la memoria de los que pasaron por la explanada, y le lanzaron una mirada nostálgica.

Entre notas, palabras y café el evento termina. Poco a poco la gente se despide para salir a lo que queda de ese Xochimilco del que se ha hablado ¿Sera esto una metáfora de nuestra memoria? ¿Así se van los recuerdos, dejando en su lugar vacio y silencio? Despido a mis amigos y los veo partir satisfechos con su libro de obsequio entre las manos; antes uno de ellos me comenta: “¡Estuvo bueno esto! Yo asiento con la cabeza, meto las manos a los bolsillos del pantalón, y fumando el último cigarrillo que traía, también me alejo con pasos lentos. Pienso en la música, los relatos, los amigos, el tranvía, en Goitia y vienen a mi mente esas palabras de Octavio Paz: “No es el tiempo el que pasa, somos nosotros los que pasamos”.

                                                                                                                    Adrian Delgado.

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