ESCRITURA Y SOLEDAD
(PORQUE ESCRIBO)
Vanidoso. Curioso. Caprichoso. Por decir lo menos. Ente abstracto, inaprensible que suelo llamar vida. Voy entretejiendo una red infinita de falsas pistas. De sueños encerrados en hambrunas. De venenos y sogas emancipadoras. De fantasmagóricas hadas. De trincheras vacías. De manos igualmente vacías. De memorias liberadas.
Ese precisamente es el juego de la sofocante vida. Con máscaras y disfraces. En medio de sombras y jirones, fantasmas y recuerdos. Para soportar los golpes, cada vez más dolorosos, que nos tiene preparada la vida. Y finalmente esperar uno, bestial, discreto, definitivo, que nos derribe. Que nos aniquile. Nos borre. Y así, ya no poder levantarnos más. Al fin. Y entender que eso es la muerte.
Soy sobre todas las cosas un escritor. Mi vida entera la entrego al ejercicio, duro e ingrato, de la lectura, pues la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida. Varios son los temas que resaltan en mi: soledad, melancolía, dolor, memoria y olvido, intensidad, amor; dentro de estos descuella la soledad. Porque la soledad es espacio vacío, son ausencias y distancias, pero a la vez, fuerza impulsora, creadora. La soledad de la escritura, es una soledad sin la que escribir no se produce, o se fragmenta cansada de buscar qué seguir escribiendo. Requiere entrega amplia, por encima de nuestras fuerzas. No se puede escribir sin la fuerza del cuerpo. Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe. Por eso la soledad es una totalidad. Aunque su infinita existencia equivalga a la duración de un segundo. En la vida llega un momento, y creo que es fatal, al que no se puede escapar, en que todo se pone en duda. Y esa duda crece al rededor de uno. Esa duda está sola, es la de la soledad. Ha nacido de ella, de la soledad. La soledad es el sustituto de la locura, su compañera. La soledad siempre está acompañada por la locura.
He conservado esa soledad, la llevo conmigo. Siempre he llevado mi escritura conmigo, donde quiera que haya ido. La encontré, la hice. La soledad no se encuentra, se hace, se sufre, la soledad significa la muerte. En este dolor la escritura es el faro que guía un escape, es otra forma de perderse.
Escribir es siempre la puerta abierta hacia el abandono. El suicidio está en la soledad de un escritor. Uno está solo incluso en su propia soledad. Siempre peligrosa en sí, es un precio que hay que pagar por haber osado salir y gritar.
Escribir es algo que llena mi vida y la hechiza. La escritura es un vacío que llena algún vacío o lo vacía más, deja un hueco más hondo, incapaz de ser saciado. La escritura es la manera de redimirnos de esta envilecida vida.
Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sin sentido. Escribir también es no hablar. Es callarse, a pesar de todo. Con todo. Antes o después de todo, pese a la desesperación. No: con la desesperación. Adrian Delgado.
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